Los tres cerebros de nuestro cuerpo
Cerebro, corazón e intestino (microbiota) y la conexión entre ellos.
Carlos Fernández
3/3/20253 min read


El cuerpo humano alberga tres "cerebros" que, más allá de su función biológica, influyen profundamente en nuestra salud física y emocional. El primero es el cerebro que todos conocemos, el centro de control de nuestras funciones cognitivas. El segundo, el corazón, tradicionalmente asociado con nuestras emociones. Y el tercero, el intestino, considerado nuestro "segundo cerebro" debido a su compleja red de neuronas y su impacto en nuestro bienestar general.
El cerebro: centro de nuestras funciones cognitivas
El cerebro es el órgano principal del sistema nervioso central y se encarga de procesar información, coordinar movimientos y regular funciones vitales. Su salud es esencial para mantener nuestras capacidades cognitivas y emocionales en óptimas condiciones.
El corazón: el "cerebro emocional"
Aunque el corazón es conocido por su función de bombear sangre, estudios recientes han descubierto que contiene una red de neuronas que le permiten procesar información y tomar decisiones independientes del cerebro. Esta característica ha llevado a algunos científicos a referirse al corazón como el "cerebro emocional", destacando su papel en la percepción y regulación de nuestras emociones. Incluso hay estudios que sugieren que hay más señales neurológicas que salen del corazón al cerebro que del cerebro al corazón.
El intestino: nuestro "segundo cerebro"
El intestino, además de su función digestiva, alberga el sistema nervioso entérico, una red de más de 100 millones de neuronas que controlan el aparato digestivo. Este sistema nervioso entérico permite al intestino operar de manera autónoma, gestionando procesos como la motilidad intestinal y la secreción de enzimas. También es el centro energético emocional del cuerpo... lo que explica por qué cuando vemos o vivimos algo impactante en nuestra vida, lo primero que sentimos es "un nudo en el estómago".
La conexión entre el intestino y las emociones
La relación entre el intestino y el cerebro es bidireccional, conocida como el eje intestino-cerebro. Investigaciones han demostrado que la microbiota intestinal, compuesta por billones de microorganismos que habitan en nuestro tracto digestivo, influye en nuestra salud mental. Un desequilibrio en esta microbiota puede alterar nuestro estado de ánimo, contribuyendo a trastornos como la depresión y la ansiedad. citeturn0search7
Además, aproximadamente el 90% de la serotonina, neurotransmisor asociado con la sensación de bienestar, se produce en el intestino. Esto resalta la importancia de mantener una microbiota saludable para regular nuestras emociones y prevenir trastornos del ánimo.
Manteniendo una microbiota saludable
Para promover una microbiota equilibrada y, por ende, una buena salud intestinal y emocional, es fundamental:
- Consumir alimentos ricos en fibra: Frutas, verduras y granos integrales favorecen el crecimiento de bacterias beneficiosas.
- Incorporar alimentos fermentados: Productos como yogur, chucrut y kéfir aportan probióticos que enriquecen la microbiota.
- Evitar el uso excesivo de antibióticos: Estos pueden alterar el equilibrio bacteriano del intestino, afectando su funcionalidad y nuestra salud mental.
- Gestionar el estrés: El estrés crónico puede modificar la composición de la microbiota, impactando negativamente en nuestras emociones.
- Realizar actividad física regularmente: El ejercicio promueve la diversidad bacteriana en el intestino, asociada con una mejor salud mental.
Conclusión
Comprender la existencia y función de estos tres "cerebros" —el cerebro, el corazón y el intestino— nos permite apreciar la complejidad de nuestro organismo y la interconexión entre nuestras funciones físicas y emocionales. Mantener una microbiota intestinal saludable es esencial no solo para la digestión, sino también para la regulación de nuestras emociones y el bienestar general. Adoptar hábitos que favorezcan la salud intestinal repercute positivamente en nuestra calidad de vida, demostrando que somos, en muchos aspectos, lo que comemos y cómo cuidamos nuestro cuerpo.